Cuando llegue pensé que no tendría más remedio que hablar
con mi espejo, conversar con mis dedos o inventarme un nuevo personaje al que
le gustara la soledad. Luego conocí a Caleb y a Jotán.
Caleb tiene el pelo
corto como honguito y Jotán tiene el cabello igual hasta podrías pensar que en
cierta forma se parecen mucho sin embargo luego los tratas a cada uno y resulta
que son bastante distintos, uno prefiere quedarse conmigo aprendiendo notas y
ejercicios de respiración y el otro se divierte más afuera entre el barro, los
carritos y los insectos.
Cada mañana tocaban mi puerta o la ventana para que me
levantara a jugar y me gustaba esperar en silencio hasta que sus vocecitas
desaparecían y se convertían en murmullos chillones y tiernos. Había imaginado
que estaría sola estos primeros días, lejos de mi casa cargando con una
horrible nostalgia, pero alguien muy
grande e importante sabía lo que necesitaba para no estar demasiado triste y
angustiada.
Caleb ama las historias así que se me ocurrió contarle un
par de ese libro tan bonito Mi planta de naranja-lima y es que podía imaginarme que el Rey de las
bolitas había viajado desde mi imaginación y ahora lo tenía frente a mí
hablando y hablando sin parar a respirar. Así como Zezé, Caleb no puede parar
de jugar carga con su hermanito a todas partes y comparten horas y horas de
interminables guerras y viajes convirtiendo la casa en aviones, trenes, buses y
hasta naves que los llevan a lugares que no puedo conocer porque solo están en
esas bellas mentecitas. Una mañana hicimos juntos la cama, a media mañana me
asomo a su habitación y encuentro la cama de vuelta en el piso quise reírme y
no pude, su pobre madre intentaba darle de lactar al tercer rayito de sol que
tenía en sus brazos mientras intentaba encontrar el zapato que Jotan escondió entre
los escombros de juguetes y ropa. Ame
esos primeros días de libertad y melancolía.
Jotan tiene 3 años, me llega casi a la rodilla pero hay que
verlo escalar la cama para tirarse conmigo a ver videos en la Tablet. El
segundo día que estuve aquí se me ocurrió comprar una gaseosa para el almuerzo
y media hora después de empezar a comer me arrepentí de haber tenido tan torpe
idea, su mama tuvo que hacer de todo para que comiera y aun así lo único que se
entendía entre su balbuceo y la comida que tenía en la boca era: Gaseosa mamá!
- - La gaseosa es la recompensa Tan – le dijo su
hermano – la comida es el castigo, tienes que acabar para que te den gaseosa.
Su mama y yo estábamos en el piso de la risa y el famosos
Tan tenía la frente tan arrugada que temíamos que le salieran arrugas antes de cumplir los 5. Se
comió dos presas pero no acababa las verduras y el arroz asi que lo torturaron
un poco más para darle un poco de ese maravilloso líquido amarillo que tanto
ansiaba. Jotan me recordaba mucho al Rey Luis, mientras más los observaba y los
escuchaba más me convencía de que estaban hechos de mi imaginación y en algún
momento dejarían de jugar en el barro y volverían a mi traviesa mente.
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