Desperté ese día buscando quien me oiga, y encontré oídos que después serian fríos. Le conté mi historia y me dijo; Ya no importa. Decidí creerle, que mala memoria. Así fue, despacio y sin pensar; me atrapaste. Y es que cada vez, que te oigo hablar; no es mi intención pero temo tu adiós. Y es que cada vez, que voy a soñar; quiero descifrar y tus frases dibujar. Quiero dejar de llorar, dejar de amar, despertar libre; de tu voz de tu risa y de de tu olor.