Me senté bajo la sombra de una palmera. Ha sido un día curioso, desperté sin saber que ahora estaría sentada mirando el agua en movimiento, y el sol decir adiós. No sé cual es sea la sensación correcta, solo sé que no entiendo nada. Juguetear con la arena me hace sentir viva. Es raro. Un pequeñito quiso jugar conmigo mientras ella hablaba por teléfono. Paseaba junto a su madre y su papá y el abuelo iba también a su lado, apoyándose en un bastón conversaba con su hijo. Hasta pude imaginarme que escuchaba lo que hablan. Por mientras yo sigo dando vueltas en el juego; veo mis pies impulsando el aparato de metal, me encanta. Veo al pequeñín hacer un esfuerzo por subir, no lo ayudo, solo lo animo con la mirada. Me resulta encantador y a pesar de lo mal que me siento le regalo una sonrisa. Sus rulos castaños se ven tiernos, alborotándose sobre su cabeza; tiene los ojos azules y sus pequeñas zapatillas son casi la tercera parte de mi pie. Aún así me quiere ayudar a empujar. Conse...