Letra por letra,
palabra por palabra, acorde por acorde, todo lo sentía, todo lo vivía, todo me
dolía.
Desde pequeña sentía
todo lo que ocurría a mi alrededor y lo sé por que mi mente vuela cuando
escucho una canción, cada vez que me cuentan una historia y se me eriza el
cuerpo o al mirar un garabato que guarde en alguno de mis folders; puedo
recordar sensaciones al probar alguna de mis comidas favoritas y recrear las
imágenes que mi mama, mi abuela, mi hermana y la empleada cuentan como
divertidas o tristes anécdotas.
Se por ejemplo que
la música estuvo siempre en mi familia, que cuando estaba en la barriga de mamá
mi papá me cantaba todo el día, que cuando nací la radio estaba prendida en el
quirófano, que nadie creyó cuando mis papas emocionados anunciaron que yo llegaba
un 28 de Diciembre de 1993 por que desde pequeña siempre fui una broma mal
contada, tal vez fue por eso que al crecer me convertí en un gran payaso; quien
sabe.
Recuerdo que muy
chiquita me pusieron en el jardín, pero el amor por las letras y las palabras
lo cultive desde mucho tiempo atrás cuando apenas alcanzaba la ventana del
carro y ya me encantaban las hojas, los lapiceros y deletrear.
- Mami que dice ahí? - le
preguntaba a mi abuela
- Farmacia - me respondía con una gran sonrisa
- Ah, F-A-R-M-A-C-I-A - intentaba repetir las letras
Asi fue que cuando
entre al jardín leía y escribía mejor que cualquier niño de mi edad. Por
supuesto los grandes dictados que mi abuela me hacia contribuyeron a mi
numeroso vocabulario y las historias que siempre me contó cuando me escapaba a
dormir con ella fueron mis primeros contactos con la fantasía luego le siguió
la historia de Tobías ese hombre que tuvo que viajar tanto para conseguir las
vísceras de un pez con las que curaría la ceguera de su padre y se casaría con
una mujer hermosa cuyos anteriores esposos eran asesinados por un genio; me
devoraba las paginas como caramelos y si la historia me atrapaba leía y releía
hasta aprenderme de memoria los diálogos y los personajes, me encantaba soñar;
habito que practico hasta ahora. Poco a poco descubrí en las páginas de la
Biblia el amor por Dios un amor que aunque equivocado me enseño mi abuela al
cargar conmigo a misa, y a esas largas reuniones que ella presidia donde me
sentaban en una silla mientras ellas repetían los largos rezos y yo jugueteaba en mi cuaderno rayado nuevo
comiéndome las galletas, los jugos y los caramelos que me compraban para estar
horas de horas quieta. Nadie le creía a mi abuela que yo podía quedarme en un
rincón entre lapiceros y galletas feliz de la vida hasta que ella acabara de
rezar pero asi era, no recuerdo mejores épocas de mi niñez que sentada en medio
de muchas señoras mayores comiendo y garabateando hermosas historias que fluían
sin para de mi fantasiosa mente.
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